En 2020 la industria farmacéutica en particular y el mundo de la salud en general, se enfrentaron a un desafío inédito: desarrollar una vacuna en tiempo récord para combatir una enfermedad emergente que se había convertido rápidamente en una pandemia que mantuvo en vilo a la humanidad completa. Buena parte de esa aceleración estuvo apoyada en el uso de nuevas tecnologías.
En efecto, la correcta gestión de grandes volúmenes de datos es fundamental para acelerar la investigación médica, ya que permite optimizar y probar modelos y evitar demoras en ensayos clínicos.
Esta es tal vez la cara más visible de cómo big data puede generar un cambio definitivo en la forma en que entendemos la salud: su capacidad de procesar historiales médicos, material genético, datos hospitalarios, síntomas y mucha otra información; y combinarla de manera inteligente da como resultado el desarrollo de terapias más acertadas o una precisión rotunda e inequívoca en los diagnósticos.
Prevenir y combatir el cáncer
Este poder de acelerar la investigación, el diagnóstico y el tratamiento de big data, en combinación con otras tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, están llevando a notables avances para combatir el cáncer.
Por ejemplo, ya existen avances en el diagnóstico de tumores cerebrales en apenas tres minutos a partir del análisis de un gran conjunto de tomografías y de la detección de anomalías. Lo mismo ocurre con el cáncer de mama: se estima que será posible predecirlo a una velocidad treinta veces mayor que lo que lo logran los humanos y con una precisión de más del 99%. Otro caso: la detección temprana del cáncer de páncreas, fundamental en el marco de una enfermedad que, en el 80% de los casos, se diagnostica cuando ya es tarde para intentar una cura.
Se trata de un terreno fértil que recién empieza a explorarse y que nos ofrecerá muchas buenas noticias en los próximos años.
El sistema en tensión
Uno de los grandes desafíos que tiene por delante big data en materia sanitaria es optimizar las operaciones de las empresas del sector salud. Los caminos para lograrlo son múltiples.
Por ejemplo, esta tecnología puede aplicarse a identificar grupos de riesgo para una determinada enfermedad en una geografía, delinear acciones preventivas y disminuir el índice de esa dolencia en la población.
No se trata de un tema menor: otro punto que dejó en claro el 2020 es que el sistema de salud está en tensión y que son necesarias medidas para hacer más eficientes las operaciones y administrar mejor los recursos disponibles, siempre escasos.
En ese sentido, la prevención resulta fundamental: quita personas del sistema manteniéndolas sanas a través de procesos de autocuidado, trae una mayor concientización sobre el propio estado de salud y permite un monitoreo remoto de la población, tanto de aquellos que están en tratamiento como en términos proactivos: todas estas variables también se pueden impulsar y difundir a partir de estrategias de big data.
Hacia la medicina personalizada
Big data es también un primer paso hacia el concepto de “medicina personalizada”. Históricamente, los laboratorios definieron productos o tratamientos genéricos para una enfermedad en particular y luego los aplicaron a grandes poblaciones: cualquier persona que manifestara los síntomas recibía el mismo medicamento.
Sin embargo, el tiempo demostró que la prescripción no resulta efectiva en absolutamente todos los que las toman. Hoy, los avances en materia de genómica combinados precisamente con big data, permiten prever si un paciente en particular está apto para recibir el tratamiento, si no sufrirá efectos secundarios o adversos y en qué grado dará los resultados esperados.
La medicina personalizada no solo produce beneficios para el paciente y los familiares, ya que existen más posibilidades de que el tratamiento lleve a buen puerto, sino que además optimiza los siempre escasos recursos sanitarios: se evita el desperdicio de medicamentos que no serán efectivos y se disminuye la cantidad de horas de profesionales que deben observar múltiples veces al paciente hasta que se da con el tratamiento adecuado.
Big data, en definitiva, es una herramienta que habilita más y mejor salud: no solo para los pacientes, sino también para las empresas del sector.