En el futuro, no va a ser necesario verificar si las cláusulas de un contrato fueron cumplidas, mantener en la memoria todas las condiciones, esforzarse por leer la letra chica ni llevar adelante discusiones interminables cuando dos partes no logren ponerse de acuerdo sobre si tal cosa se hizo o no según lo acordado.
Los smart contracts, o contratos inteligentes, prometen revolucionar el mercado: se ejecutan de manera automática y autónoma en la medida en que las partes involucradas cumplen los ítems que figuran allí, sin necesidad de intermediarios que supervisen ni autoridades competentes. No hace falta que confíen entre ellas. Ni siquiera es necesario que se conozcan de antemano. Todas las partes sabrán durante el tiempo que dure el contrato que basta con que los eventos que deben suceder estén especificados en el software de contrato inteligente junto con las acciones a seguir una vez que se producen.
Los famosos “problemas de interpretación” comienzan a formar parte del pasado. Los smart contracts no son otra cosa que scripts, es decir, piezas de código escritas con lenguajes de programación. Sin ambigüedades.
La importancia del oráculo
Si bien ya habían sido descritos en 1985, los contratos inteligentes no son de aplicación práctica hasta 2009, cuando comienza a ganar espacio blockchain. Es que el rol de esta tecnología es fundamental: es lo que permite que el contrato sea transparente, imposible de modificar, segura, descentralizada y confiable para todos los involucrados.
Existe un rol adicional en el mundo de los smart contracts. Los oráculos (en inglés, oracles) son fuentes externas de información acordadas por todas las partes que proveen los datos necesarios para corroborar el cumplimiento de las cláusulas establecidas y habilitar así la concreción de los siguientes pasos. Un oráculo no necesariamente es una entidad humana. Puede ser un sistema financiero que actualiza una cotización que impacta en un contrato inteligente de compraventa o una solución de internet de las cosas de un transportista que indica cuándo una mercadería fue entregada.
Casos de uso concretos y potenciales
Entre los primeros casos de uso concretos y potenciales en que se están aplicando smart contracts aparecen transacciones comerciales entre empresas ubicadas en distintos puntos del mundo, la compraventa de propiedades o automóviles -lo que a su vez eliminaría las engorrosas trabas burocráticas y la enorme cantidad de errores que suelen tener los registros públicos en esas áreas-, la relación entre las compañías aseguradoras y sus clientes y, por supuesto, las operaciones con criptomonedas. El vínculo entre las monedas virtuales y los contratos inteligentes existe desde el propio nacimiento de las primeras.
Pero su campo de aplicación no se limita ahí: aparecen nuevos modelos de colaboración. Muchas personas, por ejemplo, pueden comprar una casa vacacional en conjunto y dividir el tiempo de uso. O un grupo de usuarios puede compartir la propiedad de un automóvil. Todo eso puede reflejarse en contratos inteligentes. También se habla de la automatización de herencias que haría que un legado entrase en vigencia apenas después del fallecimiento del titular para establecer la división de los activos sin intervención humana.
Incluso, llevado al extremo, un smart contract podría aplicarse a una votación presidencial.
Beneficios inteligentes
Los beneficios más importantes de los contratos inteligentes son una baja considerable de costos y de los tiempos debido a la eliminación de entidades supervisoras, una eliminación prácticamente absoluta de las potenciales fricciones entre las partes y la minimización de errores involuntarios o de fraudes deliberados durante el cumplimiento del contrato. Además, al no existir intermediarios que podrían ser a su vez partes interesadas, se evitan hechos de censura, custodias innecesarias o burocracias.
En el futuro inmediato, no habrá una manera más inteligente de llegar a un acuerdo que a través de un smart contract.