En un principio, las cadenas de suministro se configuraron como una sucesión de eslabones. La “empresa a” solicitaba materias primas a la “empresa b”, esta las entregaba a través de un “operador logístico c”, luego la empresa a producía, enviaba las mercaderías a los almacenes y una serie de transportistas llevaba los artículos a casa de los clientes finales. Esta es una simplificación rotunda que no contempla las complejidades del intercambio de bienes más allá de las fronteras de un país ni de las cadenas de producción distribuidas en diferentes puntos del mundo. Aún así, refleja el modelo de silos: cada miembro de la cadena recibía una indicación de qué debía hacer y entregaba el resultado al siguiente socio.
Flexibilidad y adaptación
Vivimos tiempos globales y vertiginosos que requieren de un nuevo enfoque: cadenas de valor inteligentes, perfectamente integradas y que ofrezcan una visibilidad del 100% de extremo a extremo a todos sus integrantes. En los últimos años vimos cómo las grandes disrupciones (como lo fueron la pandemia o en estos momentos la guerra de Ucrania) tienen el potencial de “quebrar” las cadenas de suministro. Por lo tanto, cuanto más digitalizadas y flexibles se vuelvan, más capacidad de adaptación y resiliencia exhibirán.
Las cadenas de valor inteligentes se apoyan sobre diversas tecnologías. Blockchain, por ejemplo, se ocupa de garantizar la transparencia de las operaciones y una trazabilidad absoluta de los productos desde el momento 0 hasta la posventa. Internet de las cosas (IoT) permite sensorizar distintos aspectos de la producción y del transporte para prever caídas en equipos o líneas, seguir mercaderías o asegurar que los traslados se estén realizando con cuidado respecto de las condiciones de manipulación o de temperatura que tengan los ítems en viaje.
La automatización es clave para optimizar los procesos, incluso aquellos que atraviesan más de una organización. Por su parte, la combinación de inteligencia artificial con herramientas analíticas es clave para anticipar escenarios de demanda.
Desafíos culturales
La tecnología es apenas el principio de este proceso de transformación. La principal barrera que encuentran las organizaciones para avanzar hacia modelos de cadena de suministro inteligentes está relacionada con cuestiones culturales.
Para las empresas, esto implica un cambio de mindset rotundo, que implica fundamentalmente compartir datos con sus socios en la cadena (un ítem particularmente complicado en Latinoamérica, donde permanece una fuerte sensación de fortaleza en ser “dueños” de los datos y, como contraparte, se entiende como una debilidad el hecho de utilizarlos de manera conjunta con otras compañías) y establecer lazos de confianza con el resto de los integrantes. En este punto, blockchain podría aportar un excelente servicio.
El primero de los puntos es clave: las estrategias abiertas son las que permiten extraer el máximo valor de los datos y una mirada de 360º para una toma de decisiones asertiva que genere impactos positivos a lo largo de toda la cadena.
Los beneficios de la integración
Los beneficios que proponen las cadenas de suministro inteligentes a todos los socios que la integren son numerosos y no se limitan a una eficiencia extrema ni a la ausencia de errores en los aspectos administrativos -aún cuando la mercadería atraviese diferentes límites geográficos-.
Las ventajas abarcan reducciones notables de costos (gracias al manejo óptimo de materias primas, de inventarios o de espacio almacenamiento), incrementos en la rentabilidad (el cliente siempre dispondrá del producto que desea por lo que tendrá una mayor lealtad, se puede predecir la demanda o incluso impulsar nuevos productos a partir de conocer a fondo los hábitos y los requerimientos de los consumidores) y hasta mejoras notables en la estrategia de sostenibilidad (menor consumo de combustible gracias a rutas óptimas de entrega, gestión eficiente de la energía en las plantas, reducción de desperdicios de materias primas como consecuencia de una planificación precisa).
Según la consultora Gartner, para 2025, el 25% de las decisiones que se tomen en términos de cadena de suministro se realizarán a través de ecosistemas inteligentes. El futuro asoma. Y ninguna organización debería quedar encadenada al pasado.