La IA no tuvo una intromisión brusca. De hecho, resultó tan natural que la mayoría de las personas no mostraron la clásica resistencia hacia lo nuevo. El sistema de streaming que nos recomienda qué ver en base a lo que ya nos interesó, el asistente virtual inteligente que es capaz de contarnos un cuento sólo porque se lo pedimos, el servicio de música que nos sugiere la siguiente canción… La inteligencia artificial (IA) se estuvo colando en estos últimos años en muchos aspectos de la vida cotidiana.

Y todo hace pensar que la tendencia se profundizará en los próximos años. Es imposible abarcar todos los cambios que sobrevienen, ni siquiera limitando el campo de acción. Desde la explosión de aplicaciones como Dall-E y ChatGPT el año pasado hasta el uso de esta tecnología para ganar precisión en las jugadas dudosas que se implementó en el transcurso del último Mundial de fútbol, en cada terreno que se explora, las posibilidades resultan infinitas.

Los límites entre ficción y cotidianidad

La revolución está en marcha. Los límites entre lo ficcional y lo cotidiano están cada vez más difusos. En el terreno de lo doméstico y lo cotidiano, no parece tan distante el momento en que los autos autónomos nos lleven a nosotros en lugar de que debamos conducirlos, que las cortinas se descorran a voluntad o que la casa se ambientice con un termostato inteligente para hacer más eficiente el uso de la energía.

En el ámbito de la enseñanza, podemos pensar en un sistema educativo inteligente que acompañe a cada alumno de manera personalizada de acuerdo a las habilidades que este vaya mostrando durante el proceso de aprendizaje. Y en el mundo de la salud, ya podemos esperanzarnos con diagnósticos precoces de una amplia gama de dolencias y enfermedades a partir de estudios simples, como un análisis de sangre o una radiografía, que permitan detectar rápidamente patrones o anomalías.

Entre las soluciones sorprendentes que ya existen, destacan los robots especialmente entrenados para colaborar en el tratamiento de niños con trastorno del espectro autista.

Por supuesto, no todo es color de rosa: últimamente han emergido notables deep fakes que involucran a personalidades públicas. Fotos, videos y audios trucados por IA de dirigentes políticos, actores o deportistas sobre los que resulta prácticamente imposible determinar si son veraces o no.

Responsabilidad individual y colectiva de la IA

Las empresas, por su parte, se ven ante el desafío de repensar desde cero los modelos de creación de valor. En todo momento, deben tener en cuenta que la IA amplía y mejora el potencial humano, en especial la capacidad de resolución de problemas. Es hora de comenzar a integrar equipos de trabajo híbridos, donde las máquinas y las personas colaboren y den lo mejor de sí.

Para los gobiernos, la IA representa una oportunidad de, cuando se desarrollen los mecanismos adecuados de gobernanza, regulación y control, para enfrentar los desafíos globales: desde la seguridad nacional de los diferentes países hasta el cambio climático y desde la desigualdad social o económica hasta las brechas de conocimiento.

El avance de la IA es irrefrenable. Y cada vez será más potente y más inteligente. Nuestro rol como individuos es adoptarla lo más temprano posible y comenzar a utilizarla a nuestro favor, tanto en los aspectos personales como en los profesionales. Como sociedad, por otra parte, necesitamos renovar los acuerdos de uso ético y responsable -incluyendo la protección de los derechos humanos involucrados, desde el derecho a la privacidad hasta el derecho a la libertad de expresión- de esta poderosa tecnología: estamos ante la enorme oportunidad de comenzar a construir un mundo mejor.

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