Los datos constituyen la herramienta clave para competir y ganar en el futuro de los negocios. Pero también son un talón de Aquiles: la última edición del ESET Security Report para Latinoamérica, elaborada por la firma experta en seguridad, detalla que al menos la mitad de los encuestados sufrió un incidente y que el 60% de los encuestados están preocupados por el robo de información.
En este contexto, la consultora de mercado Gartner destaca como una de las principales tendencias tecnológicas para 2023 los sistemas inmunológicos digitales (DIS, por sus siglas en inglés): una combinación de prácticas y tecnologías que buscan, en conjunto, mitigar la mayor cantidad posible de riesgos del negocio.
De la observabilidad a la autorremediación
No se trata solo de detectar malware o prevenir ataques externos, sino de proteger las aplicaciones y los servicios de cualquier tipo de anomalía, incluyendo por ejemplo un error de código en el programa de un software, el mal funcionamiento de un servidor o la caída de servicio de un determinado proveedor de nube. El objetivo: garantizar la continuidad del negocio y la resiliencia operativa bajo cualquier punto de vista.
En la base del DIS se encuentran seis conceptos clave, todos ellos altamente interrelacionados entre sí.
El primero es la observabilidad: la evolución de la monitorización analiza de manera continua e inteligente todo el panorama de IT y permite anticipar problemas para garantizar que ningún desperfecto altere la experiencia del usuario.
Vinculado con esto está la autorremediación: consiste en desarrollar capacidades de monitoreo sensibles al contexto y funciones de remediación automatizadas, de forma que ante un problema en una aplicación, el sistema encuentre la manera de resolverlo. Además, va aprendiendo a medida que acumula casos, por lo que gana en términos de precisión y velocidad a medida que pasa el tiempo.
Menor intervención humana
En tercer lugar, el testing potenciado por la inteligencia artificial (IA). Esto complementa la automatización de pruebas y habilita software de calidad aún cuando no haya habido intervención humana.
La ingeniería del caos es otro de estos factores esenciales: consiste en un pruebas experimentales para descubrir vulnerabilidades en el marco de un sistema complejo. En líneas generales, se experimenta en primer término en entornos de preproducción y luego cuando se acumularon suficientes lecciones aprendidas se traslada a la operación real.
La ingeniería de fiabilidad del sitio (SRE, por sus siglas en inglés) está compuesta por su parte por un conjunto de principios y prácticas que se centran en la gobernanza de la gestión de servicios para entregar en todo momento la mejor experiencia del usuario posible, haciendo automáticamente análisis de riesgos y considerando cuestiones como si es mejor mayor velocidad o mejor estabilidad ante una demanda puntual.
Beneficios de extremo a extremo
Por último, la seguridad de la cadena de suministro de software se concentra en los ataques potenciales con políticas de control, análisis de versiones, repositorios de datos y de dispositivos comunes o gestión de riesgo de los diferentes proveedores.
Los beneficios del sistema inmunológico digital van desde la posibilidad de operar sin interrupciones reales hasta una disminución notable en los costos vinculados con mantenimiento, resolución de problemas o recuperación ante fallas. Por otra parte, es fundamental para cuidar la reputación del negocio y para garantizar a los usuarios que sus datos quedarán privados y estarán protegidos de punta a punta.
A pesar de todo eso, la principal ventaja es una mayor lealtad y más engagement por parte de usuarios y clientes, gracias a la experiencia mejorada que el DIS les pueda proporcionar; de hecho, la propia Gartner espera que para 2025 las organizaciones que inviertan en la construcción de inmunidad digital aumenten la satisfacción del cliente como consecuencia de reducir el tiempo de inactividad en un 80%.
El esfuerzo valdrá la pena: según estimaciones de Nubiral, el tiempo de diagnóstico de un problema podría reducirse hasta en un 80%. En palabras de la vida real: lo suficiente como para evitar una caída en el sistema.