La aceleración de la vida digital de los últimos años hizo que las aplicaciones ganaran una importancia inédita. Hoy por hoy, los consumidores realizan sus transacciones comerciales y hasta sus operaciones de la vida cotidiana a través de sus teléfonos móviles. Este fenómeno, desde el punto de vista de las organizaciones, genera dos exigencias.
Por un lado, la de evolucionar de manera continua las aplicaciones que tiene en funcionamiento para que estén al día respecto de lo que el mercado demanda e, idealmente, un paso adelante en términos de experiencia del usuario. Por el otro, garantizar que las aplicaciones con las que interactúan los empleados para completar sus tareas laborales sean amigables, sencillas, intuitivas y ofrezcan un nivel de experiencia similar al que estas personas alcanzan con sus apps de uso personal.
Esta tarea representa un enorme desafío, en especial para las empresas que cuentan con sistemas legacy con muchos años de funcionamiento, ya que si bien demuestran ser robustos y cumplen con la funcionalidad esperada, también representan un obstáculo en el camino hacia la transformación digital: suelen tener dificultades para integrarse con nuevas tecnologías (incluyendo algunas a esta altura tan populares y necesarias como la nube o la movilidad, sin contar cuestiones más avanzadas como la inteligencia artificial o las herramientas de analítica avanzada de datos), son difíciles de mantener y, el solo hecho de agregar una pequeña característica adicional (algo tan sencillo como un nuevo campo en el alta de un cliente) puede representar un verdadero dolor de cabeza.
La modernización de aplicaciones, por lo tanto, se convierte en un proceso de mejora continua que tiene al menos estos beneficios:
1. Más agilidad. Una aplicación moderna permite responder con rapidez a las nuevas demandas del mercado. Además, seguramente se apoye en tecnologías abiertas que permitan una rápida innovación y una mejor integración con conceptos emergentes, como inteligencia artificial, realidad aumentada o internet de las cosas.
2. Menos riesgos. Cuanto más se demore en modernizar una aplicación, mayor es el riesgo de que alguna de las tecnologías involucradas se vuelva obsoleta. Esto tiene costos adicionales: ausencia de soporte técnico que repercute en un peor funcionamiento o en vulnerabilidades de seguridad, mayores dificultades para mantenerla y enormes barreras para modernizaciones futuras.
3. Costos controlados. El alojamiento de las aplicaciones en la nube permite predecir con mayor precisión los costos de mantenimiento, sin sorpresas ni gastos ocultos.
4. Perspectiva de futuro. Ligado con el punto anterior, las aplicaciones modernas tienen la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la resiliencia como para garantizar su funcionamiento en el mediano y largo plazo.
5. Mejor tiempo de respuesta. La modernización ataca todos los puntos de caída de performance que una aplicación va sufriendo a lo largo de su vida útil. Esto hace que la empresa logre mayores niveles de productividad y eficiencia.
6. Máxima calidad. La modernización de una aplicación implica también una revisión del código, de forma que se detectan errores de funcionamiento previo y se procede a su optimización.
7. Más seguridad. Al mantenerse actualizada, disminuyen las brechas de seguridad relacionadas con la aplicación.
8. Mejor experiencia del cliente. Es, tal vez, el principal beneficio de modernizar las aplicaciones: los clientes acceden a aplicaciones atractivas desde lo visual, amigables e intuitivas desde lo funcional, con toques sorprendentes siempre que las tecnologías lo permitan y que funcionan con el máximo desempeño.
Una buena noticia: hoy modernizar las aplicaciones no tiene por qué ser un dolor de cabeza. Herramientas como App Evolution de Nubiral permite llevar a cabo esta tarea, comenzando con un relevamiento inicial de las tecnologías y procesos involucrados en el día a día de una organización e identificando luego cada uno de los flujos o procesos de negocio que se desean mejorar. Así, permite evolucionar de manera sencilla las soluciones heredadas, muchas veces difíciles de actualizar por razones de arquitectura y también costosas de escalar.
El futuro avanza a toda velocidad. Y las empresas no parecen tener otra alternativa que seguir el ritmo de la modernidad.