Si la vida tuviera tacómetro, en los últimos dos años la aguja hubiera estado marcando el máximo de revoluciones debido a las tecnologías emergentes. Son tiempos de cambios sin precedentes y, lejos de desacelerarse, la innovación continúa sorprendiéndonos día a día. ¿Cuáles son las tecnologías que tienden a revolucionar todo en los próximos años más allá de avances como el Metaverso, que ya están mostrándonos qué dirección tomará?

La inteligencia artificial, a medida que continúe ganando madurez, seguirá al frente de estas innovaciones que parecen salidas de la ciencia ficción. En los últimos tiempos, asistimos a desarrollos como GTP-3, el programa capaz de escribir textos que tranquilamente se confunden con uno redactado por un humano o Dall-E, el fenómeno de redes sociales por el cual una IA crea desde cero una imagen a partir de una consigna básica en lenguaje natural.

Todavía están en etapa de experimentación, es cierto, pero tienen el potencial para revolucionar el mundo de los negocios: desde cómo se redactan y se procesan los documentos hasta cómo se crea una imagen corporativa.

La comunicación humano-máquina mejorada habilitará, por otra parte, la posibilidad de hacer que un robot cumpla una función con solo darle la instrucción: “mové esa caja hacia allí”, “entregá este paquete en determinada dirección”.

Cada vez aprenden más….

Los algoritmos son cada vez más precisos y los métodos de aprendizaje se perfeccionan día a día. El concepto de reinforcement learning, por ejemplo, propone entregar un objetivo a un algoritmo y que este se encargue de analizar el contexto, las consecuencias de sus acciones y los caminos posibles para alcanzar el resultado. Es decir, interpreta su entorno, comprende un conjunto de reglas y avanza según el modelo de prueba y error, recibiendo recompensas por sus aciertos y penalizaciones por sus fallas. Un mecanismo muy parecido al que emplea el cerebro humano para aprender.

Otra tendencia en este sentido la da el aprendizaje automático no supervisado (UML, por sus siglas en inglés): a diferencia del machine learning tradicional, funciona sin entrenamiento de datos, sino que reconoce y marca patrones desconocidos para lograr predicciones más precisas, dado que se eliminan las limitaciones del conocimiento preexistente o del sesgo humano.

El fin de los límites con las tecnologías emergentes

Las nuevas disrupciones no apuntan únicamente al “qué”, sino también al “cómo”. En ese sentido, la emergente tecnología de telecomunicaciones 5G llevará cualquier otra innovación a un nuevo nivel de experiencia: no importa cuán compleja sea una aplicación -3D, realidad virtual o aumentada, automatización-, la experiencia del usuario será sin demoras, en tiempo real y en cualquier lugar en el que se encuentre. La computación de borde (edge) colabora procesando y entregando los datos en el mismo punto en que se generan y se consumen, evitando los largos traslados hacia centros de datos.

En el mismo sentido, pero desde el punto de vista del procesamiento, la computación cuántica llega para romper todas las barreras existentes. Un dato: un equipo de estas características de 216 qubits (la nueva medida en computación cuántica que reemplaza a los bits en la tradicional) puede resolver en un segundo un problema que para una súper computadora actual demandaría miles de años. Se está trabajando en crear computadoras cuánticas de hasta un millón de qubits. Su poder es inimaginable.

La computación cuántica podría jugar un papel esencial en la simulación de procesos físicos, químicos o biológicos para crear materiales o medicamentos sin pasar por los costosos y largos procesos de experimentación en laboratorio, en la anticipación de desastres naturales o en la optimización absoluta de cualquier problema de negocios. En simultáneo, propone un nuevo desafío: los sistemas criptográficos con los que están protegidos hoy los datos digitales de todo lo que hacemos en la arena virtual tienden a ser obsoletos.

Si el presente nos resulta sorprendente, el futuro inmediato se presenta como directamente fascinante.

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