La democracia llegó a la creación de aplicaciones y de experiencias digitales: hoy las herramientas conocidas como low code (bajos conocimientos de programación) o no code (nulas habilidades para escribir código) sacan la construcción de software de las áreas de IT y la ponen al alcance de cualquier miembro de la organización. Para reforzar la idea de democratización a la que hacíamos referencia, a estas personas que pertenecen a otras áreas del negocio pero que dedican parte de su tiempo al desarrollo de soluciones se las conoce como citizen developers o desarrolladores ciudadanos.
El desarrollo ciudadano tiene enormes ventajas. Por un lado, elimina los cuellos de botella del área de IT. En tiempos de transformación digital, la demanda de herramientas tecnológicas para dar apoyo al negocio, mejorar la experiencia del cliente o generar insights creció exponencialmente. Hace algunos años, IDC había predicho que en 2023 se crearían 500 millones de aplicaciones digitales, es decir, una cifra digital a la suma de las primeras cuatro décadas del desarrollo tecnológico dentro de las organizaciones.
Táctica y estrategia
En este contexto, muchas veces las áreas de tecnología de las empresas deben concentrar sus esfuerzos en resolver aspectos cotidianos de la operatoria y, debido a que los recursos y el tiempo siempre son limitados, en ese camino dejan de lado las cuestiones más estratégicas o que hacen al crecimiento de la compañía.
Por otra parte, acerca la funcionalidad y las características de las herramientas tecnológicas a las necesidades de los usuarios finales: una persona que realiza un trabajo en particular sabe mejor que nadie las peculiaridades y los detalles de su tarea, por lo que tiene la posibilidad de diseñar las soluciones con máxima precisión.
Pero el universo de los desarrolladores ciudadanos tiene otros beneficios colaterales, que van desde un mayor nivel de adopción de las herramientas (los usuarios son los creadores) hasta mayores niveles de retención de talento, un punto clave en estos tiempos de altísima rotación, debido a que las personas se sienten parte significativa del proceso de transformación que vive la organización.
Los desafíos de la democratización de IT
Pero como toda disrupción, las estrategias de citizen developer traen aparejados algunos desafíos. Por ejemplo, exigen mayores niveles de gobernanza, de forma tal que haya algún líder que controle que las aplicaciones creadas por usuarios de negocios cumplan las políticas de la compañía, que no estén duplicadas (es decir, que no se desarrolle una misma herramienta en diferentes áreas de la organización), que no generen vulnerabilidades en términos de ciberseguridad, que puedan integrarse al panorama general de IT y que no produzcan repositorios de datos propios que queden aislados de la estrategia central de datos.
La expansión de lo que se conoce como shadow IT (IT en las sombras, refiere a todos los elementos tecnológicos que están fuera del ámbito de centralización de las gerencias de sistemas) podría consumir, según Gartner, entre el 30% y el 40% del presupuesto total de IT de una empresa.
El acompañamiento experto de un socio tecnológico resulta fundamental para que las organizaciones puedan capitalizar todos los beneficios de una estrategia de citizen developer al tiempo que se minimizan los riesgos.
Bien acompañados
Por un lado, puede ocuparse de apuntalar la mencionada gobernanza, definiendo estándares en términos de diseño y UX, determinando las herramientas de desarrollo, poniendo a disposición un equipo de desarrolladores profesionales para que apuntalen a los desarrolladores ciudadanos cada vez que lo necesiten, comprobando la calidad de las aplicaciones creadas bajo esta modalidad o, incluso, capacitando a líderes o a los propios desarrolladores ciudadanos respecto de cuáles son las responsabilidades y las ventajas de este nuevo modelo.
El camino hacia la democratización de IT está sembrado de oportunidades. Transitarlo con la compañía del socio tecnológico adecuado es fundamental para que las organizaciones puedan cosechar la mayor cantidad de frutos.