Entre los saltos abruptos en sus valores -lo que alimentó el sueño de muchos de convertirse en millonarios de la noche a la mañana- y los comentarios de un líder tecnológico mundial como Elon Musk desde sus cuentas en las redes sociales, las criptomonedas fueron ganando cada vez más protagonismo en las conversaciones cotidianas y hoy representan una opción de inversión genuina para personas de perfiles extremadamente distintos. Lejos de ser una moda o una burbuja, las criptomonedas en particular y los criptoactivos en general se consolidan como una tendencia que llegó para quedarse.
En principio, vale la pena definir qué es una criptomoneda: es una unidad de dinero digital que se puede transferir a través de internet sin intermediarios y que se almacena en billeteras virtuales, con contraseñas complejas y diferentes niveles de validación de acceso para garantizar la máxima seguridad.
El fenómeno nació en la iniciativa de Satoshi Nakamoto: presumiblemente una persona o un grupo (se trata de un seudónimo) que lanzó el protocolo Bitcoin en 2008. En honor a su creador, el “satoshi” es la menor unidad en que se divide el Bitcoin. Así como el centavo es una parte entre 100 de una moneda física, el satoshi es una parte entre cien millones en un Bitcoin.
Cada vez más opciones
Más allá de que esta moneda llevó la delantera y durante muchos años fue el “genérico” en este terreno, continuamente aparecen nuevas opciones en la medida en que se multiplica el interés de los usuarios.
El portal experto CoinMarketCap, por ejemplo, agrega una cada día en promedio. Se estima que el número de criptomonedas disponibles ya supera los 10.000 según esa misma fuente. Quien quiera lanzar su propia moneda virtual deberá realizar una ICO (Initial Coin Offering, oferta inicial de criptomonedas) y cumplir con una serie de requisitos técnicos y de seguridad estipulados.
Incluso, muchos gobiernos están trabajando en sus propias criptomonedas oficiales, segmento en el cual Marshall Island, con sus SOV, fue pionera allá por 2019.
El corazón tecnológico
El corazón tecnológico de las criptomonedas es blockchain: registros digitales seguros, descentralizados, sincronizados y distribuidos de transacciones en las que participan múltiples partes sin necesidad de que intermedien terceros. Cada registro está compuesto por una cadena de bloques y cada vez que se realiza una transacción, se incorpora un bloque que la plasma, más una marca de tiempo para indicar cuándo se produjo y una conexión con el bloque anterior.
Como los bloques no se pueden borrar ni editar y como es imposible intercalar bloques donde ya existen dos concatenados, la información es lisa y llanamente inviolable: no se pueden hacer modificaciones ni alterar datos sin que se enteren todos los participantes. La transparencia es absoluta.
La tecnología detrás de las criptomonedas abarca otro factor: la minería. “Minar” es el proceso por el cual un usuario puede poner en circulación nuevas criptomonedas. Para eso, debe aportar capacidad de cómputo a la red y recibe una retribución en la misma criptomoneda que está minando. Cuanto más potencia informática (hash) provea el dispositivo que conecta (nodo), mayor será la recompensa.
Más allá de las criptomonedas
El concepto de criptomoneda evolucionó y ya se habla de criptoactivos: elementos digitales con un valor. La cara más visible de este fenómeno son los fan tokens, lanzados fundamentalmente por clubes de fútbol, que permiten a sus poseedores acceder a beneficios exclusivos como asistir a entrenamientos, obtener información sobre el club que no se publica en ningún otro lado, participar de votaciones para elegir el modelo de camiseta para la siguiente temporada o incluso conocer algún jugador, entre muchos otros.
No se trata de mero coleccionismo: puede ser también un gran negocio, ya que el valor de los fan tokens también puede generar importantes escaladas, como ocurrió con el del PSG de Francia cuando anunció la incorporación de Messi y, en muy poco tiempo, el precio pasó de US$22 a US$58.
El modelo de NFT (non fungible token) no aplica únicamente a los token fans: se usa para definir cualquier pieza digital única e irrepetible que no puede ser hackeada ni manipulada: una foto, un video, una imagen, un e-book, una obra de arte, un texto, un plano de obra arquitectónico, una pieza musical… cualquier documento de cualquier formato se puede, luego de haber validado su autenticidad y la propiedad de su titular, salir al mercado. Volviendo al deporte, se está viviendo un verdadero fenómeno mundial con los cromos de futbolistas: el de Cristiano Ronaldo, por citar un ejemplo, llegó a venderse en más de 240.000 euros.
¿Una moda pasajera? Nada más lejano: en un mundo cada vez más digital, en el que cambiaron las costumbres laborales, educativas, de entretenimiento y sociales, es lógico que se consolide también esta nueva forma de ahorrar y de invertir.