Escribe Jorge Linares Soler, Chief Revenue Officer de Nubiral
La pandemia por COVID-19 ha provocado una crisis sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad y, uno de ellos, es el sistema educativo. A partir de las restricciones a la movilidad que fueron impuestas por los gobiernos de distintas partes del mundo, este sector se vio obligado principalmente a dar clases a distancia( e-schooling ), lo cual afectó tanto a alumnos como a docentes, como a su personal administrativo durante un gran período de tiempo y cuyos efectos continúan hasta el día de hoy.
Pero este modelo de enseñanza se ha presentado, sobre todo, como una oportunidad para modernizar el sector a partir de las ventajas que presenta de cara a los nuevos desafíos del futuro. Entre ellas, destaco que las entidades educativas pueden alcanzar un mayor caudal de alumnos, por lo que el acceso de estudiantes que no podían asistir a las escuelas por cuestiones geográficas se democratiza.
Por otro lado, los estudiantes y profesores pueden ingresar, a través de un escritorio remoto, a los elementos educativos y utilizarlos como si estuvieran de manera presencial. En este caso, la nube cumple un rol fundamental en tanto garantiza la disponibilidad de los recursos necesarios, lo que trae aparejado una eficiencia en costos, entre otras utilidades que ofrece esta modalidad.
En este sentido, la Inteligencia Artificial (IA) permite la reducción de las dificultades de acceso al aprendizaje, la automatización de los procesos de gestión y la optimización de los métodos aplicados para mejorar los resultados en el aprendizaje.
Actualmente, existen novedosas soluciones que están siendo utilizadas por entidades educativas para enseñar de forma remota, que facilitan organizar encuentros virtuales, laboratorios y clases, estimulando el aprendizaje, ahorrando tiempo y recursos.
Ante este nuevo panorama, es válido plantear que hoy el sector de la educación se encuentra frente a un nuevo reto: consolidar las lecciones aprendidas y profundizar en sus estrategias de digitalización para llevar los modelos de gestión y de enseñanza hacia el futuro. Esto permitiría, por ejemplo, ampliar los nuevos modelos de negocios, basándose en los datos e innovación, con el objetivo de conocer los perfiles de los alumnos y así desarrollar programas orientados a sus necesidades y preferencias, brindando una experiencia a medida y trabajando en su formación desde temprana edad.
Aún quedan múltiples desafíos culturales y tecnológicos para avanzar hacia un nuevo nivel. Es cierto que hay que trabajar mucho sobre la resistencia al cambio, dado que en la actualidad siguen existiendo organizaciones con una cultura tradicional arraigada que aún no ven el potencial de las nuevas tecnologías.
Es importante destacar, que para liberar estas barreras, se debe profundizar sobre la inclusión para que todos los alumnos, docentes y personal administrativo sean partícipes del cambio digital; y abrazar la agilidad, un término muy escuchado en los últimos tiempos, que permite que este proceso sea dinámico para aportar toda su capacidad.
Por último, tomar decisiones mirando hacia el futuro, la educación debe preparar a las nuevas generaciones para que puedan desempeñarse en el nuevo escenario laboral global, utilizando la Inteligencia Artificial (IA) como aliada.
Sin dudas, estamos en los inicios de una transformación profunda, que incluye nuevos contenidos, mayor precisión vocacional y educación como servicio, y que permitirá crear modelos de educación personalizados, adaptados a las necesidades y talentos de cada estudiante en particular.
En suma, podemos ver cómo la educación ha sido uno de los sectores que debió incorporar y profundizar la digitalización con más énfasis en el contexto de la pandemia. Ya hemos incorporado gran cantidad de cambios, pero aún queda mucho por desplegar en torno a la modernización del sector. En este sentido, tenemos un intenso camino hacia un nuevo modelo de educación más evolucionada de la mano de la transformación digital. Sin duda el camino es fascinante.