En la era en que la digitalización inundó prácticamente todas nuestras actividades y decisiones, las empresas necesitan preguntarse si lograron consolidarse como “data driven”. Por supuesto, antes de responder, es imprescindible llegar a un consenso respecto de lo que este concepto significa.
La traducción de data driven es “impulsado por datos”. Es importante esta primera aproximación porque muchas veces se confunden los términos y algunas organizaciones creen que el simple hecho de acumular millones de datos las lleva a este nuevo nivel.
Es que “juntar datos” no es una tarea difícil. Basta acumular los que guardan los sistemas de gestión ante cada transacción y sumarles los que emiten los sensores conectados a internet de las cosas, las interacciones de las personas en nuestros espacios digitales -sitios web, redes sociales- y hasta opciones de data no estructurada, como las emociones y sentimientos que expresan sobre nuestra marca en esos mismos ámbitos virtuales.
Un dato del Foro Económico Mundial no deja de sorprender: se calcula que para 2025 se generarán en todo el planeta nada menos que 450 exabytes por día. ¿Cuánto representa eso? Algo así como tres billones de discos de música en formato MP3. O 250.000 millones de instalaciones de Windows 10. O 15.750 millones de juegos de tamaño promedio. La cantidad de datos es incontrolable.
Habilidades impulsadas por los datos
En un mundo que cada vez produce información sin límites, para alcanzar el estatus de data driven, una empresa necesita incorporar más acciones: el desafío incluye capturar aquellos que sirven a los fines del negocio, gestionarlos, almacenarlos de forma tal que sean fáciles de recuperar, protegerlos en su privacidad y, fundamentalmente, alinearlo con las propias necesidades.
Se trata, por lo tanto, de un cambio cultural que consiste en eliminar algunos componentes propios de la toma de decisiones corporativa, como pueden ser la intuición o la experiencia -lo que muchas veces lleva a miradas sesgadas y a conclusiones con una mirada con un alcance muy limitado sobre el mercado, los clientes o la propia empresa- y reemplazarlos por un conocimiento fundado en datos.
La persona que necesita un dato, si tiene la debida autorización para leerlo o manipularlo, debe poder acceder en el momento oportuno, desde cualquier lugar en el que se encuentre y a través del dispositivo de diferencia. Y no importa dónde se los guarde -centro de datos corporativo, nube pública, esquema híbrido, edge-, deben ser en todo momento coherentes.
El dato: el principal activo organizacional
Una vez que se garantiza todo lo anterior, la empresa puede tener la tranquilidad de que está en condiciones de obtener los beneficios que aportan los datos, considerados en este siglo XXI que avanza a pura velocidad y a gran vértigo, como uno de los principales activos estratégicos -si no el principal- con el que cuentan las organizaciones.
Para consolidarse en el camino hacia el modelo data driven, una empresa necesita tener un liderazgo comprometido con el cambio de paradigma, un equipo de colaboradores consciente de la importancia de este nuevo esquema y con pensamiento crítico y un proceso sistemático de toma de decisiones, tanto prospectivas como retrospectivas, totalmente apoyadas en datos.
La capacidad de ofrecer una experiencia única e inolvidable a cada cliente, la habilidad para pronosticar y satisfacer la demanda con enorme precisión, la oportunidad de producir con exactitud óptima sin que exista un gramo de desperdicio, las herramientas para satisfacer y retener el mejor talento del mercado… Todas esas acciones tienen un elemento en común: se pueden llevar a cabo con el mayor éxito en el marco de una empresa data driven.
Señales en el camino
No se trata de un cambio inmediato, sino de un camino progresivo. En la búsqueda del ‘’big bang’’ hacia el modelo impulsado por los datos, las empresas pueden toparse con frustraciones y pasos en falso, en especial si tienen por delante el principal obstáculo para que esta transformación se produzca de manera efectiva: el cultural.
En el camino, aparecen algunos indicios que marcan que se avanza en la dirección correcta. Si en algún momento es necesario crear el rol de responsable de calidad de los datos, por ejemplo. Otra señal podría ser que las opiniones de los colaboradores de un equipo estén sustentadas en datos. O que todos los objetivos de negocios tienen indicadores y son medibles.
En la era del conocimiento, alcanzar el estadio de data driven para una organización no es motivo de alarde ni un privilegio: es el único camino para sobrevivir en un mundo en donde los datos son el nuevo petróleo.