Se multiplican los proyectos de smart cities concretos en diferentes rincones del mundo que apuntan a optimizar el consumo energético, simplificar las interacciones entre las personas y los gobiernos, mejorar la oferta de transporte, incrementar la seguridad, maximizar el uso de los recursos escasos, iluminar de manera inteligente, garantizar la provisión de agua potable y servicios públicos de máxima calidad o hacer un seguimiento pormenorizado del estado del mobiliario urbano, todo a partir de tecnologías como inteligencia artificial, big data, analíticas, internet de las cosas y blockchain.
La consultora de investigación de mercado Juniper Research estima que para 2026 las inversiones en este rubro generarán US$70.000 millones, un crecimiento exponencial si se tiene en cuenta que es casi el doble de lo que movió en 2021.
Las más inteligentes
Incluso, la propia Juniper Research armó en enero de 2022 un ranking con las ciudades más inteligentes. Para hacerlo, consideró cuestiones como el transporte y la infraestructura, la energía y la iluminación, la gestión y tecnología de la ciudad, la existencia de soluciones MaaS (movilidad como servicio) y la conectividad urbana en más de cincuenta ciudades de todo el mundo. China puede considerarse la gran ganadora, ya que ocupa los puestos 1 y 4 con Shanghai y Beijing respectivamente. Seúl (Corea del Sur) alcanzó el segundo lugar, Barcelona (España) el tercero y Nueva York (Estados Unidos), el quinto.
Shanghai lideró el proyecto conocido como “Nube Tecnológica”: un edificio de casi 700 metros de altura sustentable y con una gestión eficiente de los servicios que está planteado como una “metrópolis en el aire”. Incluye sistemas de recolección de agua de lluvia y energía solar, un sistema de filtración de aire y huertas comunitarias para promover la alimentación saludable.
En el caso de Barcelona, el punto más destacado tuvo que ver con la participación ciudadana: el informe resalta la intención de la ciudad de que sus habitantes voten sobre las cuestiones de interés que deberían considerarse. Para este tipo de iniciativas, tecnologías como blockchain resultan fundamentales.
Y por casa cómo andamos
Latinoamérica no es ajena a este fenómeno. Cada vez más ciudades implementan elementos puntuales como sistemas de estacionamiento inteligente (tal el caso de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires), transporte sustentable (los casos se multiplican en la región) o gestión inteligente de residuos.
En otros casos, se han dado pasos un poco más avanzados, como el de Temuco, en Chile, que se posiciona como la primera ciudad inteligente de ese país. La propuesta, llamada “SmartCity in a Box”, incluye fomento del reciclaje de basura, realidad aumentada en las paradas de transporte público para dar información en tiempo real a los pasajeros, una red de internet de las cosas para monitorear la contaminación y la posibilidad de que los ciudadanos puedan informar sobre cualquier incidente desde sus teléfonos móviles.
En Argentina, Córdoba inició en 2019 un camino de transformación digital para entregar una propuesta de govtech holística. La ciudad fue calificada con 2.91 puntos en términos de madurez como ciudad inteligente sobre 5 puntos posibles en un diagnóstico realizado por el BID en abril de 2021, por lo que fue categorizada como “emergente”, a punto de avanzar sobre el siguiente peldaño: “integral”. En estos momentos, está trabajando con un vibrante ecosistema de startups para implementar soluciones innovadoras en distintos ámbitos.
Nacida inteligente
En Colombia hay seis ciudades que destacan por sus avances y que forman parte de la Alianza Global de Ciudades Inteligentes del G20: Bogotá, Cali, Rionegro, Sogamoso, Duitama y Medellín, esta última reconocida a nivel mundial por su sistema de transporte integrado.
Uno de los casos más llamativos se está dando en Uruguay, dónde está avanzando el proyecto +Colonia, una ciudad concebida inteligente desde su diseño original, ubicada en las cercanías de Colonia del Sacramento: el objetivo es generar un polo de innovación que atraiga talento en un ambiente con iluminación pública inteligente, redes inteligentes para agua potable y agua no apta para consumo pero sí para riego y una estructura de DAO (organización descentralizada) para que todos sus habitantes colaboren en la gobernanza.
El futurismo hace una rápida transición hasta convertirse en presente. Lejos de quedarse en el plano teórico, el concepto de smart cities va ganando raíces sólidas.