No se puede ser una startup para siempre: en un momento dado, cuando el crecimiento es continuo y los productos o servicios se van asentando en el mercado, llega el momento de subir el escalón y convertirse en una scaleup. Es un punto de inflexión absoluto, en el que habrá que expandirse, capturar nuevos mercados, llegar a clientes diferentes y lanzar productos aún más innovadores que sus predecesores.
La buena noticia: por la propia esencia de la evolución, estas organizaciones tienen la fuerza necesaria del envión del crecimiento para que el panorama general sea bastante optimista. No obstante, hay un detalle que no pueden descuidar: cómo continuar escalando en términos de digitalización para asegurarse de que las nuevas tecnologías apoyen el negocio y habiliten el crecimiento futuro.
En este sentido, las scaleups tienen una ventaja enorme respecto de las empresas largamente establecidas en el mercado: la ausencia de herencia. No solo no existe una inversión inmensa en infraestructura que tiende a ser obsoleta y que casi obliga a migrar las aplicaciones a la nube: tampoco hay una cultura arraigada que impida la adopción de nuevos modelos de negocios o la incorporación de nuevas formas de hacer las cosas.
Evaluar la madurez
Aún así, los desafíos son múltiples y dar los pasos correctos en la dirección adecuada es fundamental para apuntalar el crecimiento en lugar de entorpecerlo. El primer paso consiste en evaluar el estado de madurez en términos de transformación digital y hasta qué punto el panorama existente es suficiente para dar soporte a la nueva escala que se está queriendo alcanzar.
¿Están los procesos debidamente optimizados y automatizados? ¿Existen oportunidades de optimización? ¿Son suficientes los recursos digitales utilizados hasta el momento para soportar un crecimiento exponencial de las operaciones? ¿Es perfectible la experiencia que se entrega al cliente? Estas son apenas algunas de las preguntas posibles: la lista variará de acuerdo a las necesidades, la orientación y la experiencia de cada empresa.
Aquí aparece otro punto a favor. La tecnología clave en todo este recorrido conocida por todas las startups: la nube. Permite el rápido despliegue de canales digitales, ofrece la escalabilidad para soportar picos de demanda y también para reducir la inversión si los resultados no se dan de acuerdo a lo esperado, algo que si bien no es frecuente podría suceder en estos saltos de emprendimiento a empresa.
Explotando los datos
El análisis de los datos también merece su análisis: el salto de escala vendrá acompañado de un incremento en el volumen de datos, por lo que habrá que tener preparados los modelos de captura, almacenamiento y recuperación. En ese sentido, data lake se consolida como una opción sencilla, económica y eficiente para extraer el máximo valor de los datos, tanto de los estructurados como de los no estructurados.
Del mismo modo, la exploración continua de las nuevas tecnologías que podrían aportar valor al negocio en esta nueva posición. Por ejemplo, inteligencia artificial, big data y herramientas analíticas como aliadas para evaluar escenarios y predecir comportamientos -fundamental, considerando que la scaleup estará dando sus primeros pasos en muchos sentidos-.
La automatización juega un rol clave: el nivel de actividad crecerá mucho y repentinamente, por lo que mantener bajo control las tareas tediosas, repetitivas y que podrían consumir muchísimo tiempo de los recursos humanos puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Entre el talento y las métricas
Otro gran desafío que enfrentan particularmente las scaleups es la escasez de talento en nuevas tecnologías que sufre el mercado: en este segmento, las empresas no son lo suficientemente grandes como para atraer ni lo suficientemente chicas como para no necesitarlos. Una manera eficiente de superar este escollo es a través de un socio tecnológico que provea las habilidades digitales necesarias para desarrollar y desplegar los proyectos en marcha.
Si bien muchas veces se subestima esta parte del proceso, es fundamental monitorear y medir los resultados de las iniciativas de transformación digital que ya estén en marcha. Se sabe que lo que no se puede medir no se puede mejorar y la única manera de desandar este viaje de innovación es sabiendo si lo invertido generó sus frutos para apuntalar, desde allí, las siguientes inversiones.
Un proceso de transformación digital adecuado es la llave para que una startup pueda crecer fuerte y sana mientras madura y se convierte en una scaleup.