En la medida en que las empresas continúan adoptándola a buen ritmo, la nube deja de ser un elemento diferencial. De hecho, Gartner estima que más de la mitad del gasto de IT corporativo en las categorías software de aplicaciones, software de infraestructura, servicios de procesos empresariales e infraestructura de sistemas se empleará en migrar a modelos cloud para 2025, mientras que dos tercios del gasto de software será destinado a ese mismo fin. Así, los US$1.3 billones que estuvieron en juego para este tipo de migraciones en 2022 habrán crecido a US$1.8 billones dentro de tres años.
Claramente, llegó la hora de encontrar mecanismos para generar un mayor valor agregado a cada inversión que realiza en la nube. En este contexto, emerge la importancia de las plataformas de monitoreo cloud.
Se trata de sistemas unificados que forman parte de las soluciones de gestión de la nube y que incorporan tanto herramientas manuales como automáticas para supervisar el desempeño y la disponibilidad de aplicaciones, elementos de infraestructura, sitios web y mecanismos de acceso a los datos.
Visibilidad absoluta
¿Es una app confiable y robusta? ¿Funciona esta herramienta de manera óptima? ¿Se logra la máxima velocidad en la transferencia de datos para las soluciones críticas? ¿Existe una forma mejor de hacer lo que se está haciendo? ¿Estamos pagando el costo adecuado por las prestaciones que obtenemos? Estas son apenas algunas de las preguntas fundamentales que los administradores de IT pueden hacerse a la hora de evaluar, analizar y verificar el estado operativo de los recursos de la nube.
Las plataformas de monitoreo también habilitan una visibilidad de 360º de lo que ocurre en la nube, incluyendo tanto instalaciones propias dentro de la organización como las nubes públicas o infraestructuras de borde (edge): desde el flujo de clientes hasta la intensidad en el uso de las aplicaciones, pasando por los datos de registro.
Paneles de control unificados
Todas estas prestaciones se pueden “entender” de manera sencilla gracias a dashboards o paneles de control unificados en los que se pueden ver alertas específicas, el estado de determinadas métricas seleccionadas (como pueden ser los objetivos de niveles de servicio) o el tráfico en cada momento.
El uso de API (siglas en inglés por Application Programming Interface, interfaz de programación de aplicaciones), es decir de pequeñas piezas de software que permiten exponer los productos y servicios de un sistema para que se comuniquen y estén disponible para su uso en otros, es ideal para delinear alertas a medida.
Actuar antes de que ocurra
En líneas generales, estas plataformas son independientes de la geografía: monitorean infraestructuras que pueden estar físicamente ubicadas en cualquier rincón del planeta. Por eso, permite tomar acción y redireccionar a tiempo cargas de trabajo incluso ante situaciones como desastres naturales o cortes de energía en una región en particular.
También se trata de soluciones agnósticas respecto de proveedores de nube o de infraestructura: cuanta más abierta sea la herramienta, más flexibles y abarcativas serán sus funcionalidades.
Por otra parte, estas plataformas promueven la detección proactiva de errores, anomalías, cambios no autorizados o patrones fuera de lo esperado. De esta manera, permite atacar los problemas antes de que produzcan una pérdida significativa o un daño reputacional mayor. Cuando se detecta un conflicto, además, estas plataformas ayudan a trazarlo hasta su propio origen, para detectar las causas y evitar repeticiones.
El principal beneficio que aporta el monitoreo de la nube es una mejora general en la experiencia del cliente: asegura que cada usuario obtenga lo que necesita, con el desempeño en que lo requiere y desde el lugar en el que se encuentra.
La migración a la nube es masiva, es cierto, y eso hace que sea cada vez más importante encontrar mecanismos, como es el caso de las plataformas de monitoreo, para obtener valor adicional de cada nuevo centavo que se invierte en cloud.