Se generan por día una cantidad de datos tal que el cerebro humano es incapaz de dimensionar: según el Foro Económico Mundial, serán 450 exabytes cada 24 horas en 2025 (dicho de otra manera, tres billones de discos con música en formato MP3).
La buena noticia es que esos datos son una piedra angular para construir un futuro mejor: la utilización de nuevas tecnologías como IoT (internet de las cosas), inteligencia artificial, analítica avanzada o big data permiten tomar ese enorme conjunto inconexo de datos y convertirlo en una fuente de conocimiento para la correcta toma de decisiones.
Lo que sigue son apenas algunos pocos ejemplos de cómo ese empleo de los datos puede resultar en mayores niveles de sostenibilidad, innovación, equidad y calidad de vida. La realidad es que el campo de acción es prácticamente infinito y depende de la creatividad de cada uno.
Sostenibilidad: de la producción a la distribución
Uno de los ejes de mejora de calidad de vida gracias al uso de los datos, está dado por la sostenibilidad. La incorporación de automatización, inteligencia artificial y big data en las empresas de manufactura, por ejemplo, permite generar un recorrido más responsable y cuidadoso con el medio ambiente, que inicia con el diseño del producto (uso de materiales reciclados, disminución en el empleo de plásticos) hasta la distribución (rutas óptimas trazadas con IA para reducir la emisión de dióxido de carbono de los vehículos), pasando por supuesto por la planificación de la demanda (se evitan desperdicios y excesos de inventario).
Más y mejor salud
Otro aspecto en el que los datos vienen a mejorar la vida de las personas es el de la salud: la capacidad de procesar grandes volúmenes de información relacionada con historiales médicos, material genético, datos hospitalarios y síntomas, y combinarla luego de manera inteligente da como resultado el desarrollo de terapias más acertadas, una precisión rotunda e inequívoca en los diagnósticos o una aceleración sin precedentes en el desarrollo de medicamentos y vacunas -tal como quedó demostrado con el COVID-19-. Hoy existen notables avances en la investigación y el desarrollo de tratamientos cada vez más eficaces y efectivos para diferentes tipos de cáncer, por ejemplo.
Las tecnologías inteligentes y el big data pueden también aplicarse a identificar grupos de riesgo para una determinada enfermedad en una geografía para delinear acciones preventivas y disminuir el uso del sistema sanitario, desarrollar procesos de autocuidado entre la población y generar sistemas de monitoreo. Todo esto combinado con genómica da lugar a lo que se conoce como “medicina personalizada”: cada persona tiene un tratamiento de acuerdo a sus características, sus necesidades y su respuesta a los medicamentos.
Moverse con inteligencia
Las ciudades inteligentes son otra forma en que los datos promueven un futuro mejor: centros urbanos que, apoyados en el uso de datos, utilizan sus recursos de manera óptima y ofrecen un servicio de alta experiencia para los ciudadanos.
Semáforos inteligentes que cambian de frecuencia según el flujo de tránsito, cálculo automático de camas disponibles en el sistema de salud ante el crecimiento de la proyección de casos de alguna enfermedad contagiosa, recolección y clasificación inteligente de residuos, transporte inteligente para que la gente pueda viajar más cómoda y segura, mantenimiento preventivo de luces y otros elementos del mobiliario público, gestión de desastres naturales para minimizar los daños, gobierno digital para que nadie deba hacer una fila para obtener servicio público… Las posibilidades son infinitas y recién están comenzando a explorarse.
Alimentos para una población creciente
El mundo del agro también puede aprovechar la ola de datos para optimizar su producción: análisis de la calidad de los suelos para iniciar un nuevo período de siembra en el mejor momento, la evaluación del estado de cada animal en ganadería, la aplicación perfecta de fertilizantes u otros elementos para incrementar el rinde, el planeamiento anticipado de la demanda para satisfacerla y para establecer una logística adecuada, niveles de riego óptimos para evitar el desperdicio de agua, detección de plagas y patógenos para evitar pérdida de plantas… Todos estos avances redundan en un beneficio inconmensurable: más alimentos, más accesibles para una población creciente.
Sostenibilidad, innovación, equidad, calidad de vida, ética, responsabilidad… En resumen, los datos son la llave que nos permitirá abrir la puerta hacia un futuro mejor.