No se puede decir que es una novedad: en el mundo de la ciencia, la nanotecnología se enunció por primera vez en 1959, cuando el físico norteamericano (premio Nobel, por cierto) Richard Feynman describió sus cualidades en el Instituto Tecnológico de California. Desde entonces, hubo diversos avances hasta la consolidación actual: de la mano de las nuevas tecnologías, esta área del conocimiento está llegando a su era de apogeo: se estima que para 2024 el mercado rondará los US$125.000 millones, según Research & Markets.
¿Cómo se define la nanotecnología? Como una rama de la tecnología que se ocupa de manipular la estructura subatómica y molecular de los materiales y así cambiar algunas de sus propiedades intrínsecas para obtener otro que pueda aplicarse de manera específica a un campo.
Para hacerlo, es necesario manipular partículas inferiores a 100 nanómetros (considerando que cada nanómetro es una mil millonésima parte de un metro) y desarrollar materiales o dispositivos de ese tamaño, más finos que un cabello humano e invisibles para el ojo humano. Desde chips con circuitos extremadamente precisos a nivel atómico hasta moléculas que podrían viajar por el cuerpo humano para destapar una arteria o reparar alguna herida sin intervención médica directa.
De todo, pero más pequeño
Las aplicaciones de la nanotecnología más conocidas están ligadas al mundo de la electrónica y la computación: nanotubos de carbono más eficientes para desarrollar dispositivos más pequeños y veloces o nanocables cuánticos para mayor resistencia y conductividad.
Pero esto es apenas la punta de un iceberg que podría revolucionar a todas las industrias. En el área de salud, por ejemplo, se está utilizando cada vez más para acelerar el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas o incluso de cáncer: las nanocélulas tienen la capacidad de atacar de manera selectiva las células que presenten algún daño, sin generar impacto alguno en las que están sanas. Las nanopartículas también se aplican para hacer más eficientes algunos medicamentos y tratamientos, ya que “viajan” de manera directa al punto del problema.
La odontología, por su parte, ya avanza con distintos modelos de implantes dentales apoyados en nanotecnología que se adaptan a la perfección a las necesidades de cada paciente y hasta proveen soluciones imposibles de entregar con piezas tradicionales.
Industria por industria
La industria textil está apostando a tejidos inteligentes que no se manchan o no se arrugan (incluso, se habló en estos tiempos de telas capaces de rechazar al COVID-19). La automotriz, a materiales más livianos y resistentes para construir autos más seguros y a la vez, más fáciles de conducir. La agricultura, para generar alimentos resistentes a los patógenos. El consumo masivo, para disminuir la transferencia de oxígeno hacia el interior de los productos envasados. La industria cosmética (una de las que más aplica esta tecnología en el mundo) para mejorar las propiedades y la estabilidad de sus productos, así como para entre otros, controlar la filtración de la radiación ultravioleta y la liberación de sustancias activas sobre el cuidado de la piel.
El segmento de la construcción desarrolló pinturas autolimpiantes y el de energía, materiales más eficientes para los paneles solares y los molinos eólicos.
Los ejemplos son incontables y cualquier listado que pretenda hacerse será arbitrario y quedará incompleto: es una evolución tecnológica que prácticamente desconoce de límites.
El futuro en el microscopio
Existen dos modelos de trabajo en nanotecnología: el descendente o top down consiste en miniaturizar una estructura a escala nanométrica (es el más frecuente en la actualidad), mientras que el ascendente o bottom up inicia con una estructura nanométrica y luego termina constituyendo un mecanismo mayor que el inicial. También hay iniciativas “secas” (silicio, metales, semiconductores) y “húmedas” (material genético, enzimas, membranas).
La nanotecnología viene a enseñarnos que no importa el tamaño que tenga nuestro problema: a veces, la mejor solución sí viene en frasco chico.